En nuestro país, tuvo un gran éxito y dio grandes figuras muy conocidas internacionalmente como Salvador Dalí, Joan Miró, Maruja Mallo, Gregorio Prieto, José Moreno Villa, Óscar Domínguez, y un largo etcétera.
Las mujeres surrealistas
En sus inicios, ninguna mujer formaba parte del movimiento surrealista. A la mujer siempre se la consideró más como un objeto artístico que como sujeto creador; éstas eran consideradas musas e inspiradoras del arte masculino. Pero poco a poco, varias mujeres fueron sumándose al movimiento atraídas por una estética y unos valores que intentaban romper con lo convencional.
Así, el surrealismo tuvo importantes representantes femeninas cuyas obras tienen una gran calidad equiparable a las de sus compañeros de pincel. Las mujeres creadoras tomaron conciencia de su ser y exploraron sus pensamientos más profundos, construyéndose su propia identidad. Utilizaron una estética tradicional para crear un mundo de significados variados, reflejando sus experiencias, sus deseos y miedos. Emplearon mucho el autorretrato como medio para plasmar su interior, expresando quiénes eran y cómo se sentían.
Todas estas mujeres buscaron su identidad y su libertad a través del arte. Retaron las convenciones sociales e institucionales, traspasando los límites de género.
Vamos a centrarnos brevemente en las españolas y en concreto dos magníficas pintoras:
Maruja Mallo
(Viveiro, Lugo, 1902 – Madrid, 1995). Transgresora, rebelde, mujer libre e independiente, original e innovadora, es una de las artistas más representativas de la vanguardia española.
Su carrera artística fue un continuo proceso de experimentación y evolución a través de sus experiencias y vivencias. En estos años, su obra destaca por sus composiciones geométricas, coloridas, llenas de luz y de aparente espontaneidad.
La Verbena, Maruja Mallo, 1927, Museo Reina Sofía. Es una de sus más famosas obras. Esta colorida pintura muestra escenas que se superponen, donde los motivos se multiplican, mostrando su particular visión de las fiestas madrileñas.
Canto de las espigas, Maruja Mallo, 1939, Museo Reina Sofía. La propia artista consideraba esta obra como la más importante y emblemática. Forma parte de la serie dedicada a los trabajos del campo y del mar, llamada la “Religión del trabajo”.
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