Hay un color que reduce el estrés y que nos aporta calma. Es la tonalidad que habita en el mar y mece los océanos. Es el color de ese cielo despejado en las tardes relucientes de verano y en esas mañanas despejadas de otoño. Así, el azul, y todos esos escenarios donde deja impresa su paleta, facilita un escenario propicio para la relajación y el bienestar.
Es interesante saber que, aunque el color azul sea en la actualidad uno de los preferidos de la población en general, en el pasado no lo era en absoluto. Si esto era así se debía a una sencilla razón: no se veía demasiado. Más allá de ese tono presente el cielo y en los mares, no era común verlo formar parte de la cotidianidad de las sociedades anteriores al siglo XII (a excepción de la cultura egipcia)
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