Una nueva fórmula de representación de “La Envidia” en este fresco recientemente descubierto en Orvieto en la Capilla de San Brizio. Uno de los símbolos que señala a alguien como envidioso es el hecho de morder su propia mano. El origen de esta forma de expresión de la envidia la encontramos iconológicamente en los emblemas de Alciato referido a como la “Envidia” se alimenta de víboras y su propio corazón. En este caso, es Caín el representado sobre un “clípeo” o medallón que recuerda el asesinato de su hermano Abel. Es el color macilento, amarillento el color de la envidia, la bilis, y así lo encontraremos en multitud de obras del siglo XIX y XX, como una serie expresionista dedicada a este pecado mortal de las manos de Edvard Münch, por cierto calificado como el pintor de los simbolismos extremos. Así lo categoriza Stridberg, que pretendía obtener consecuencias de este carácter por «el pintor esotérico del amor, de la envidia, de la muerte y de la tristeza»
Todos hemos visto una copa de Rubin alguna vez, es el ejemplo más conocido de este fenómeno. Nos habremos dado cuenta de que es imposible percibir las caras. y la copa al mismo tiempo. Según esta ley, toda superficie rodeada tiende a convertirse en figura en tanto que la restante actuará como fondo.
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